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Louis Poulsen Handmade:
iluminación hecha a mano
Las lámparas de Louis Poulsen están diseñadas teniendo en cuenta la experiencia humana en su totalidad, por eso no es de extrañar que su producción siga realizándose por manos expertas, realzando así esta cualidad.
Estamos a varios siglos de aquel tiempo en el que el trabajo humano era la base de la producción. Tras una revolución industrial y un montón de años de innovación, hoy encontramos en los muebles, lámparas y accesorios producidos a mano un valor diferenciador.
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En un momento en que la robótica, la llamada Industria 4.0, se está infiltrando en las fábricas a un ritmo récord, es importante que un fabricante opte por retener los procesos tradicionales impulsados por humanos y siga poniendo en valor las manos expertas de quien es capaz de dar forma y vida a un objeto.
Como buena empresa nórdica, Louis Poulsen pone la artesanía en el centro de sus procesos y gracias a eso, la lámpara PH Artichoke todavía hoy en día se sigue realizando a mano. Las 72 hojas perforadas en latón, cobre o acero que crean su forma escultórica (cortadas con láser en el caso de la versión de acero inoxidable) están cepilladas y recubiertas a mano. A cada hoja se le da su espacio para respirar en las rejillas de secado antes de ser inspeccionadas, limpiadas y apiladas entre los espaciadores de espuma a la espera de su ensamblaje.
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Las prensas operadas por artesanos, sellan los componentes metálicos y las placas superiores redondas se dan forma con una aplicación de presión a mano. Ranuradas una a una, las hojas se mantienen en posición mediante alambres cortos, cada uno doblado por el fabricante con unos alicates para garantizar una colocación segura.
No hay adhesivos a la vista. Lo que sí es visible, sin embargo, es la materialización gradual de una forma perfeccionada: una sinfonía de metal que, gracias a la maestría de Henningsen, proporciona una luz sin deslumbramiento desde cualquier ángulo.
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La lámpara Artichoke fue diseñada en 1958 por Poul Henningsen para un restaurante en el parque costero Langelinie de Copenhague. Tras la solicitud de los arquitectos Eva y Nils Koppel, Henningsen recuperó un diseño radical que había abandonado hacía más de 30 años antes: una luz de techo que parecía una alcachofa de revés. Con este diseño Henningsen cambio la trayectoria del diseño de la iluminación.
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